OS LUSÍDAS LUÍS DE CAMOÉS (Canto Quarto XXIII a XXIX)
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XXIII.
«Con toda esta fulgente compañía,
Juan fuerte sale de la fresca Abrantes:
De Abrantes, donde corre fuente fría,
Que surte el Tajo en linfas abundantes.
Los primeros armígeros regia
Quien bien regir pudiera los gigantes
Ejércitos de Jerjes, con que pronto
Pasó y volvió a pasar el Hellesponto:
XXIV.
«Nuño Alvarez Pereira, verdadero
Azote de soberbios Castellanos,
Como el Hunno lo fuera ya primero
De los pueblos Franceses e Italianos;
Y en el ala derecha otro guerrero,
Afamado también, los Lusitanos
Guía bajo su mando al enemigo...
De Men-Rodrigo Vasconcelos digo.
XXV.
«A Anton Vazquez de Almada corresponde
La ala izquierda regir de tropas dinas,
El que después, de Abranches noble conde
Llegó a ser por sus glorias no mezquinas.
Luego en la retaguardia no se esconde
El pendón de Castillos y de Quinas,
Dó Juan está, Rey noble en cualquier parte,
Que oscurece el valor del mismo Marte.
XXVI.
«Rezando, por los muros, temerosas
De la suerte que aguarda a sus varones,
Las hermanas, las madres, las esposas,
Van ayuno ofreciendo, y oraciones.
Ya llegan las falanges belicosas
Frente de los contrarios escuadrones,
Que con grita espantable las reciben,
Y dudas todos de la lid conciben.
XXVII.
«Suenan, del mal cercano mensajeras,
Las voces de clarines y atambores:
Los Alféreces írguen sus banderas,
Que muchas son y varias en colores.
Domina el seco tiempo que en las eras
Recogen su sudor los labradores:
Entra en Astréa el sol, y rige Agosto:
Baco exprime a las uvas dulce mosto.
XXVIII.
«Dió señal la trompeta castellana,
Horrenda, ingente, fiera, temerosa;
La oyó el Ártabro monte, y el Guadiana
Atrás volvió su linfa caudalosa:
La oyeron Duero y tierra Transtagana:
Llevó el Tajo a la mar su voz medrosa;
Y las madres, que el son rudo escucharon,
A sus pechos los hijos estrecharon.
XXIX.
«Muchos rostros allí mudan colores,
Dando a la sangre el corazón abrigo;
Que en los grandes peligros, los temores
Mayores son a veces que el castigo
O parecénlo así, que los furores
De ofender y vencer al enemigo
Casi hacen no sentir la dolorida
Pérdida de los miembros y la vida.
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