Ya estamos sumidos en pleno Carnaval de Santa Cruz, apenas restan un par de semanas para lo mejor de la fiesta, esa semana larga en la que las calles de la capital tinerfeña quedan inundadas por miles y miles de niños, jóvenes y mayores, por supuesto convenientemente disfrazados.

Porque en el Carnaval de Santa Cruz, disfrazarse no es un derecho, es casi una obligación, una manifestación de respeto hacia esta legendaria festividad, hacia los tinerfeños en general y hacia los santacruceros en particular.

Un año más, la Avenida de Anaga verá desfilar las elaboradoras y divertidas murgas, mientras las Plazas del Príncipe y de España acogen magníficas actuaciones musicales y la calle del Castillo, la Avenida Méndez Núñez o las Plazas de Weyler y de España son tomadas por los más jóvenes.

Unas fiestas que, tal y como se recoge en el Programa Oficial del Carnaval de Santa Cruz, se prolongarán hasta el domingo 13 de marzo, apenas unos días después de que los tinerfeños hayan expresado todos sus llantos y lamentos durante el tradicional Entierro de la Sardina. Un espectáculo digno de ver, sin duda, como todo el Carnaval santacrucero.

No obstante, el Carnaval también está arraigado en otros puntos de la isla de Tenerife, siendo las fiestas más destacadas las de Candelaria, Los Cristianos, Icod de los Vinos, La Orotava, Puerto de la Cruz, Los Realejos, Santa Úrsula, Santiago del Teide y Tacoronte.

Obviamente, el más popular de todos ellos es el de Santa Cruz, pues no en vano fue declarado en 1980 Fiesta de Interés Turístico Internacional, e incluso su edición de 1987 figura en el Libro Guiness de los Récords por haber registrado la mayor convocatoria de personas al aire libre, con nada menos que un cuarto de millón de personas.

Así pues, los que todavía no hayan decidido su disfraza habrán de apresurarse, pues el Carnaval ya está aquí y no basta con observarlo como un mero espectador, sino que es necesario disfrutarlo, sentirlo y, en definitiva, vivirlo.