EL MISTERIO DE LAS CHOCOLATINAS
Pero un día las chocolatinas empezaron a desaparecer. Nadie sabía quién se las llevaba.
-Mañana comprobaremos las mochilas antes de entrar en el colegio -dijo Joel-. Así nos aseguraremos de que tenemos todos las chocolatinas.
Así lo hicieron durante días. Las chocolatinas estaban en las mochilas cuando llegaban al colegio. Pero cuando llegaba la hora del recreo, las chocolatinas habían desaparecido.
-Está bien, amigos -les dijo Joel-. Está claro que nos las roban dentro del colegio. Tendremos que comprobar las mochilas al entrar en clase.
Y eso hicieron. Pero aunque las chocolatinas estaban en las mochilas cuando entraban en clase, a la hora del recreo ya habían desaparecido.
-Al menos ya sabemos que el ladrón está en la clase -dijo Joel a sus amigos-. Prestad mucha atención.
Pasaron los días y las chocolatinas seguían desapareciendo. Pero ni Joel ni los demás consiguieron averiguar quién robaba las chocolatinas.
-Tendremos que tomar medidas drásticas -dijo Joel-. Este es el plan. Mañana untaremos las chocolatinas con un potente laxante. El que se coma las chocolatinas tendrá una diarrea de espanto.
Al día siguiente, Joel y sus amigos se reunieron en la puerta del colegio y untaron las chocolatinas con el laxante que había llevado Joel.
La primera parte de la mañana transcurrió normal. Joel y sus amigos esperaban impacientes a que las clases se reanudaran después del recreo.
-Abrid vuestros libros de texto por la página 28 -dijo Don Mateo, el profesor de Matemáticas-. Hoy vamos a empezar el tema… ¡Perdón, enseguida vuelvo!
-¿Dónde va Don Mateo? -se preguntaron todos.
-¡No! ¡Don Mateo no! -dijo Joel, mientras se levantaba de la silla para asomarse por la puerta.
-¿Dónde ha ido? -preguntaron a los demás.
-No os lo vais a creer -dijo Joel-. ¡Ha ido al baño!
Don Mateo se pasó casi toda la hora de clase en el baño. Cuando volvió, se disculpó ante sus alumnos.
-Lo siento, creo que algo me ha sentado mal -dijo.
Joel y sus amigos se miraron sin decir nada. A la salida, Joel les dijo:
-Nos hemos pasado, chicos. Don Mateo tenía muy mala cara. Si hubiéramos acudido a algún profesor en vez de tomarnos la justicia por nuestra mano, podríamos haberlo evitado. Lo que no termino de entender es cómo nos cogía las chocolatinas.
-Cuando salíais del aula para ir a Educación Física, a Música o a Informática -dijo Don Mateo, que apareció detrás de ellos en ese momento.
Los chicos se quedaron petrificados. Con lo que le habían hecho, el castigo estaba asegurado. Pero lejos de castigarlos, Don Mateo les pidió perdón.
Joel y sus amigos acordaron turnarse para llevar una chocolatina extra para darle a Don Mateo. Aunque después de lo ocurrido a Don Mateo no le apetecía nada comer chocolate, les agradeció el gesto. Y ya nunca más se le ocurrió volver a comer tanto chocolate de golpe. ¡Ni mucho menos robárselo a nadie!
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