La Cosmogonía Solar y la Eneada Heliopolitana: La Creación en la Religión Solar Egipcia

Heliópolis, situada en lo que hoy sería el extremo noroeste de El Cairo, fue el centro religioso más importante de la antigua religión solar egipcia. Aunque hoy en día apenas quedan vestigios de la ciudad, su influencia perduró a través de sus creencias, en particular la Cosmogonía Solar, que fue una de las doctrinas fundamentales en la creación del Universo según la tradición heliopolitana.

La Influencia de Heliópolis en el Antiguo Egipto

La cercanía de Heliópolis con Menfis, la capital durante el Reino Antiguo de Egipto, permitió que los sacerdotes heliopolitanos tuvieran una gran influencia sobre los antiguos reyes. Durante siglos, la religión heliopolitana al Sol se impuso en todo el territorio egipcio, consolidándose como una de las creencias más poderosas de la época.

La Cosmogonía Solar: El Origen del Mundo

Según la cosmogonía heliopolitana, antes de la creación del Mundo solo existía el Nun, un universo formado por agua en completo silencio y oscuridad. Este es el equivalente a lo que en otras tradiciones se denomina «la Nada». Del Nun surgiría la Colina Primordial, conocida como Benben, que representaba la primera tierra emergida del agua, símbolo del comienzo de la creación.

El Surgimiento de los Primeros Seres

El Universo, aunque ya con tierra sobre las aguas, seguía sumido en la oscuridad. Fue entonces cuando apareció el Pájaro Primordial, el ave Benu, cuya presencia rompió el silencio primordial. Representado en los jeroglíficos egipcios como una lavandera o una garza, el Benu ascendió hacia el cielo desde la Colina Primordial, pero la oscuridad aún persistía.

El Demiurgo Solar: Atum y la Luz

El tercer ente primordial fue el dios Atum, el demiurgo solar, quien representó al Sol en su ciclo de atardecer. Fue él quien trajo la luz a la oscuridad. Los Textos de las Pirámides mencionan a Atum en sus fragmentos, haciendo referencia a su papel fundamental en la creación:

Salud a ti, Atum, Salud a ti, Khepri, Que tú te eleves en este nombre, Que tú vengas a la existencia en este nombre de Khepri...

Atum, conocido también como Khepri en su aspecto matutino, y como Re en su forma cenital, representaba los diferentes momentos del Sol en el día. La creación continuó con el engendramiento de la primera pareja divina: Shu, el dios del Aire, y Tefnut, diosa de la humedad y la luz.

La Separación de la Tierra y el Cielo

Según los textos, Atum engendró a Shu y Tefnut mediante un proceso peculiar de expectación y generación de fluidos corporales. Shu, el dios del Aire, separó a la segunda pareja divina: Geb, dios de la Tierra, y Nut, diosa del Cielo. La separación fue tan grande que Geb quedó en la Tierra, mientras Nut ascendió al Cielo, representada en las imágenes con un arco elevado sobre su esposo Geb. Las barcas solares, que en el futuro transportarían a los faraones al otro mundo, surcarían el cielo, llevando a Atum en su viaje nocturno.

El Significado de la Eneada Heliopolitana

La Eneada Heliopolitana consiste en un grupo de nueve deidades fundamentales para la cosmogonía heliopolitana. Estos nueve dioses, incluyendo a Atum, Shu, Tefnut, Geb, Nut, y sus descendientes, representan los aspectos primordiales del Universo y la creación según la tradición egipcia. La Eneada no solo era clave en la religión solar, sino que también ayudaba a explicar el orden cósmico, la dualidad entre el cielo y la tierra, y la relación entre el Sol y la vida.

La Cosmogonía Solar y la Eneada Heliopolitana: La Creación en la Religión Solar Egipcia
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Roberto Exposito Vierna

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