OS LUSÍADAS Luís de Camoés (Canto Quinto LXXVI a LXXX)
Luís de Camoés (Canto Quinto, LXXVI a LXXX)
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LXXVI.
«Todos Etiópes son, aunque publica
Que con pueblo mejor comunicaban
Alguna árabe voz que así lo indica,
A la lengua mezclada con que hablaban:
Con una tela muelle, aunque no rica,
De algodón, las cabezas apretaban;
Y cada cual lo vergonzoso ciñe
Con paño que en color azul se tiñe.
LXXVII.
«En la arábiga lengua que señalan,
Y que Fernan Martin muy bien entiende,
Dicen que en naves que en grandeza igualan
A las muestras, su mar se corta y hiende,
Mas que dó sale el sol ya se resbalan
Para donde la costa al Sur se extiende;
Y del Sur para el sol, tierra dó había
Gente cual nos de la color del día.
LXXVIII.
«Muy grandemente aquí nos alegramos
De las nuevas, del cielo, y naturales,
Y por los gratos signos que encontramos
A ese río llamé Buenas Señales;
Y un padrón en el pueblo levantamos,
(Pues para bautizar encuentros tales
Los llevaba), y le puse el nombre bello
Del que guió a Tobías a Gabello.
LXXIX.
«Aquí de conchas, limazón y ostrino,
Enfadosa creación de aguas profundas,
La armada se limpió, que del camino
Por tanto mar las naves van inmundas.
Del huésped que allí habíamos vecino,
Con afectuosas muestras y jocundas,
Tuvimos siempre el natural sustento,
Limpio de todo mal su pensamiento.
LXXX.
«Mas no fue la esperanza grande, inmensa
Que en esta tierra hubimos, larga y pura
En su gozo: que luego le compensa
La Rhamnusia, con nueva desventura.
Así el cielo sereno lo dispensa,
Y en esa condición pesada y dura
Nacimos: mas sufrir nos endurece,
Y la prosperidad nos emblandece.

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