el sonido del mar
El lunes llegó y Marcos tenía muchas ganas de ver a sus padres, para él irse de viaje a sus diez años era descubrir mundos nuevos, ver otros paisajes y pasarlo bien caminando por las calles. Cuando entraron por la puerta Marcos estaba cenando. El niño se levantó de un salto en cuanto los vio y fue a saludar a mamá, que fue a la primera que vio. Luego a papá, que tenía cara de estar muy cansado por el viaje en avión. Hablaron un rato todos juntos con el abuelo, pero enseguida se dieron cuenta de que ya era tarde y que Marcos tenía que irse a dormir. Cuando ya estaba dentro de la cama Marcos preguntó:
-Papá, ¿no me habéis traído un recuerdo de esas islas?
-Sí, te hemos traído una cosa especial que no tienes en tu habitación, pero te la daremos mañana; ahora es tarde.
Marcos soñó toda la noche con multitud de cosas. Se imaginaba paseando encima de elefantes por la selva, recogiendo frutas del suelo como hacía con el abuelo por la India, caminando por una ciudad grande con papá y mamá viendo escaparates de Navidad.
Cuando se levantó, en lo único que pensaba era en su regalo viajero, pero mamá no quiso dárselo hasta que hiciera los deberes por la tarde. Cuando Marcos acabó de merendar y de hacer los deberes sus padres le trajeron una caja marrón, ¿Qué habría en esa caja? Le dijeron que la cogiera bien si resbalaba se podría romper. ¡Qué intriga!
Cuando abrió la caja no sabía muy bien que era exactamente lo que había dentro y preguntó:
-Es bonito, pero ¿qué es? ¿Una piedra de mar?
-Es una caracola, cariño. Esta es la concha de un caracol marino. Esta caja me gusta mucho porque te traemos un poco de mar y de naturaleza -contestó su padre.
Marcos miraba curioso la caracola porque tenía colores bonitos, naranjas, blancos, plateados y rosas.
-¿Sabes lo que más te va a gustar? Mira, acércalo a tus oídos – dijo mamá mientras Marcos miró extrañado para la caracola pero así lo hizo-. ¿Qué escuchas?
-¡Estoy escuchando el mar! – contestó Marcos.
Marcos miraba una y otra vez con sorpresa dentro de la concha, ¿Cómo podía ser? Estaba escuchando el sonido del mar, un leve rugido que traía frescor a la habitación y parecía que había estado allí mismo delante del mar.
-Me gusta mucho, gracias.
Marcos les dio un abrazo y se fue feliz con su caja a la habitación. Día tras día Marcos escuchaba su caracola y comprendía lo curiosa y bonita que era la naturaleza. Como quería que todo el mundo conociera su caracola cuando en clase de Ciencias Naturales vieron los seres marinos Marcos le dijo a su profesora si podía traer su tesoro para que todos escucharan en clase en ruido del mar. La profesora, sorprendida por la propuesta, le dio permiso y al día siguiente Marcos custodió su caja para que no se cayera al suelo y cuando la fue pasando por todas las mesas todos los niños estaban encantados por tener en su clase un trozo de playa.
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