¿Ayudan los descansos cortos a aprender mejor?

La práctica hace al maestro. La idea de la práctica sistemática y sostenida en el tiempo está muy arraigada en la sociedad, pero la repetición monótona de una tarea puede resultar pesada e incluso inducir al abandono. Entonces, ¿es necesario seguir este estilo de educación para aprender mejor?

La respuesta es que no. Está demostrado que la introducción de intervalos de descanso intercalados con la práctica fortalece la consolidación de la habilidad durante el periodo de vigilia. El estudio que puedes conocer a continuación ahonda en esta cuestión, tanto a nivel experimental como en el correlato neurológico del proceso.

¿Ayudan los descansos cortos a aprender mejor?

El proceso de aprendizaje de una habilidad -como montar en bicicleta o tocar el piano- no solo se basa en la repetición, donde las nuevas conexiones neuronales se refuerzan con cada ensayo, sino que requiere de un proceso de consolidación. Este proceso de asentamiento de los conocimientos o habilidades se produce durante el reposo cerebral.

El estudio, llevado a cabo por el National Institute of Health de EEUU, encontró que el cerebro, cuando está en reposo, reproduce recuerdos de forma rápida y repetida sobre lo que la persona ha aprendido recientemente. Cuanto más rememora el sujeto su aprendizaje mientras descansa, mejor es su desempeño en las sesiones posteriores.

Por tanto, quedó evidenciado que los descansos cortos también forman parte y de hecho mejoran el aprendizaje de nuevas habilidades. No obstante, ¿cómo funciona esto a nivel cerebral? Más adelante puedes leer el estudio en mayor detalle.

Características del estudio

El grupo de investigadores utilizó una técnica de escaneo altamente sensible, llamada magnetoencefalografía, para registrar las ondas cerebrales de 33 voluntarios sanos y diestros.

La tarea consistía en escribir un código de prueba de cinco dígitos con la mano izquierda, que era la no dominante, para asegurar que la tarea era novedosa a nivel cerebral.

A los participantes se les pedía que escribieran el código numérico tantas veces como pudieran durante 10 segundos, dejando otros 10 segundos de descanso a continuación. Repitieron este ciclo de práctica y descanso un total de 35 veces, evaluando la curva de aprendizaje durante el proceso.

Resultados

Durante las primeras pruebas, la velocidad a la que los sujetos escribieron el código mejoró drásticamente y luego se estabilizó alrededor del undécimo ciclo. Las mejoras en la habilidad fueron mayores con descansos cortos que después de una noche de sueño.

Esto sugiere que, durante el reposo en vigilia, el cerebro conecta los recuerdos necesarios para aprender una nueva habilidad.

Además, a nivel cerebral se encontró una correlación entre la mejora del desempeño con una disminución en la amplitud de las ondas cerebrales beta. Para explorar esto, los doctores desarrollaron un programa informático para observar la actividad cerebral en cada uno de los ciclos de práctica de los sujetos.

Cómo los descansos ayudan al cerebro a aprender mejor

El programa mencionado mostró que la actividad cerebral era 20 veces más rápida durante estos descansos cortos entre ensayos, confirmando los resultados. Al tratarse de una tarea motora -escribir números-, la actividad cerebral ocurría en áreas sensoriomotoras, pero también en el hipocampo y la corteza entorrinal.

Aunque tradicionalmente se pensaba que estas últimas estructuras no tenían un papel muy relevante en la memoria procedimental, se observó que sí interactúan con la corteza sensoriomotora durante el proceso.

Por tanto, sí. Los descansos ayudan al cerebro a aprender mejor, y la relación tiene una buena potencia predictiva: los sujetos que más repitieron el ejercicio mentalmente en sus pausas fueron los que después aprendieron más deprisa la habilidad de escribir con la mano no dominante.

Descansos cortos para consolidar el aprendizaje

En general, los resultados del estudio apoyan la idea de que introducir descansos en los procesos de aprendizaje de forma controlada es una buena forma de consolidar los recuerdos en el contexto del aprendizaje.

Las aplicaciones de estos hallazgos son heterogéneas; van desde mejorar las técnicas de aprendizaje en las aulas hasta acortar los tiempos de formación en empresas.

Además, en situaciones donde el tiempo de aprendizaje juega en contra de la persona -como en accidentes cerebrovasculares-, acelerar el proceso puede ser realmente beneficioso.

Los autores del estudio hablaron de aplicar los descansos cortos a la rehabilitación neuropsicológica, de forma que pudiera convertirse en un factor positivo de recuperación del daño cerebral.

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This article was written by:

David Queraltó Torres

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