OS LUSÍADAS Luís de Camoés (Canto Noveno LXXXVI a XC)
Canto Noveno (LXXXVI a XC)
LXXXVI
Y después de decirle ya quién era,
Con noble exordio, de alta gracia ornado,
Dándole a conocer, que allí viniera
Por inmutable prescripción del hado,
Para explicarle de la unida esfera,
De la tierra, y del mar, no navegado,
Los secretos que solo al digno Luso
Revelar hoy profético dispuso;
LXXXVII
De la mano tomándole, le guía
A la cumbre de un monte alto y divino,
En el cual rica fábrica se erguía
De cristal transparente y oro fino.
La mayor parte allí pasan del día,
En dulces juegos y en placer continuo:
Ella en la estancia logra sus amores;
Las demás, por las sombras, y entre flores.
LXXXVIII
Así la hermosa y fuerte compañía
Del bonancible tiempo va gozando,
Con una dulce incógnita alegría
Los pasados trabajos compensando;
Porque de las hazañas y osadía
Insigne el mundo les está guardando
El premio allá, de sobra merecido,
Con fama ilustre y nombre esclarecido.
LXXXIX
Que las ninfas Oceánicas hermosas,
Tétis, y la feliz isla pintada,
Otra cosa no son que las gustosas
Honras, que hacen la vida sublimada.
Las preeminencias altas y gloriosas,
El triunfante esplendor, la sien ornada
De oro, y palma, y laurel bien merecido,
Esos son los deleites de este égido.
XC
Que esa inmortalidad que antes fingía
El mundo antiguo al que por grande aclama,
Cuando hasta el claro olimpo le subía
Sobre las alas de la heroica fama,
Por las hazañas ínclitas que hacía,
De la virtud la trabajosa trama,
Siguiendo y el camino alto y fragoso,
Si allá, a su fin, alegre y deleitoso.
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